YO MATÉ A MI MADRE
De Xavier Dolán
Muchos genios tuvieron problemitas. Kurt Cobain: depre. Woody Allen: me duele decirlo, pero sentaba a su hija a upa más de la cuenta. Van Gogh: se rajó la oreja. ¿Lo habrá hecho para un autoretrato o por dejar de escuchar las voces en su cabeza? Xavier Dolán no llega a la estatura de genio, claro. Pero filmó y protagonizó esta gran película a los 20 años. Y ganó en Cannes. ¿Cómo lo hizo? Nutriéndose de sus problemitas. Que, al no llegar a ser genio, son cercanos al del adolescente promedio: odio amar a mi madre, porque la odio.
En las películas de Dolán (Los amores imaginarios es todavía mejor que
esta), no importa tanto el qué sino el cómo. Eso es una garantía de placer: con
una fotografía que chorrea colores en cámara lenta, música siamesa de la imagen
y un ojo para el detalle que lo dice todo, no se puede perder. Si algo sabe
hacer, además, es filmar gente linda. Que, también, saben actuar. Y, encima,
tiene sentido del humor. ¿Qué más se le puede pedir? Yo a los veinte años estaba
aprendiendo a escribir mails y mi sentido de la estética se resumía en mis
fotos de la época. La ropa, el pelo, el resto. Por favor, no las vean.