Miércoles 31 de agosto

TONY MANERO
De Pablo Larraín

El mayor mérito de Tony Manero es el Hijo de Puta que encarnó Alfredo Castro, un recio psicópata de barrio cincuentón que tiene la manía de parecerse a Tony Manero, el ícono de la música disco que engendró John Travolta en Fiebre de Sábado a la Noche. Pero detrás de la historia que se nos cuenta –algo así como una versión chilena absurda de Taxi Driver-; Pablo Larraín logra una interesante metáfora entre el protagonista y su país. La doble lectura la potencia.

El director sigue de cerca a alguien –un hombre, una nación- que pierde la identidad en su obsesión desesperada por adaptarse a la cultura americana, al punto que termina siendo una caricatura de sí mismo. Alguien que se cree poderoso y a su vez es impotente. Filmada con nervio, riesgo y profesionalismo, resulta una grata sorpresa de ese cine latinoamericano que, por culpa de tanto tanque yanqui, a veces nos cuesta ver.